A los estudiantes en su día: no están solos

Para los que fuimos estudiantes, este día no debería pasar por alto; y menos aún para quienes, desde su condición de estudiantes, defendieron ideales. Por eso, no podemos terminar este día sin dedicarle unas palabras a los que están es esta importante etapa de la vida. De hecho, este no debería ser un día más, una mera fecha en que se recuerde una gesta pasada, como tantas otras. Debe servir para probar que es posible hacer algo para mejorar.

Los jóvenes del 21 de noviembre de 1957 tuvieron su ideales y los defendieron a costa de su libertad y su vida. La historia lo atestigua y su actitud dejó una huella que no puede borrarse ni podemos permitir que se disipe, aunque era una época que para muchos está casi olvidada.

La lucha no es ya política; es intelectual, ciudadana, moral, creativa e inventiva. Es una lucha que se da en todos los frentes de la vida humana y que estará siempre allí. Y nunca será una lucha para eliminar enemigos, sino para conquistar corazones, unir voluntades y fortalecer conciencias que nos acompañen y sumen esfuerzos para lograr un mayor y mejor desarrollo humano de Venezuela.

La resistencia deberá estar orientada más que a contener una realidad, a transformarla. Nunca será suficiente con comprender los fenómenos sociales que nos afectan. Es una obligación abordarlos y transformarlos. Estamos obligados a eliminar la pobreza en todas sus formas, las injusticias en todas sus manifestaciones y los atrasos que nos impiden ser una nación sólida y autosuficiente. Y eso sólo podremos lograrlo unidos, con fuerza, con inteligencia, con buena voluntad y mucho conocimiento. Una tarea que no es exclusiva de una élite o grupo que se crea superior al resto, sino de toda la nación: niños, jóvenes, hombres y mujeres de todas las edades con capacidad de soñar, sentir y pensar.

Estimados jóvenes estudiantes, en sus almas, y en las nuestras, no debe haber cabida para la desesperanza, el desencanto, la tristeza y la resignación. Ninguna utopía es realmente imposible si la afrontamos unidos, con determinación, conocimiento e inteligencia. Nada es imposible para una voluntad firme, una conciencia lúcida,  un corazón noble y una mente atenta y bien formada.

El desafío que el siglo XXI nos pone, no es ya una lucha armada cruel y despiadada. La lucha actual, y la que nos corresponde librar por muchos años, es la lucha del pensamiento, de las ideas, del conocimiento, la creatividad, la moral, la ética y la autoestima. El enemigo no tiene rostro humano y no es visible. Por el contrario, está soterrado en las mentes de multitudes. El enemigo no es el subdesarrollo material del país, sino el subdesarrollo del pensamiento y la conducta de las personas. El nombre del enemigo a vencer es pobreza: la carencia del recurso esencial para vivir con la debida dignidad. Carecer de conocimientos, de creatividad, de autoestima, de ideas, de invenciones, de emociones, de bondad, de moral, de ética, de esperanzas, de fuerzas, de voluntad es lo peor que nos puede suceder como país.

Hagamos perdurables, creíbles y realizables esas maravillosas ideas que han inspirado la rebeldía juvenil que por muchos años nos han impulsado desde los recintos universitarios. Desechemos las apetencias miserables y egoístas que nos impiden reencontrarnos, respetarnos y estimarnos como individuos merecedores de una dignidad humana que sólo es posible a partir de la sana convivencia con los semejantes.

Los animamos a mantener arriba el ánimo, ese ímpetu arrebatador que, como una locomotora, desea conquistar el mundo. Usen esa vitalidad para proponer ideas y proyectos, para aportar al país y colaborar con una mejor Venezuela. Y si en algún momento se sienten solos en la lucha, no se dejen vencer por lo aparente; no teman a siluetas que proyectan sombras deformes sobre muros frágiles. No teman, no están solos; de este lado estamos los educadores, esos que también fuimos jóvenes estudiantes. Aquí estamos los que, al igual que ustedes, creemos que un mejor país, una mejor sociedad y un mejor mundo es posible. Cuenten con nuestra compañía, nuestra experiencia y nuestra fuerzas. Si se sienten perdidos, sin rumbo claro, ni meta fija, pidan ayuda; no luchen solos. También amamos a Venezuela, también soñamos con un mejor futuro para todos.

Nunca renuncien ni entreguen las conquistas logradas. No permitan que la rutina merme su alegría, su pasión y sus ideas. No permitan que los años en un aula se conviertan en excusa para dejar en ruinas el castillo de la juventud creadora. El tiempo sigue su curso ineludible y sólo hay una vida para vivir; no la desperdicien buscando en lugares equivocados. Nunca dejen de aprender. Si hacen algo bien, ¡háganlo mejor! Vayan siempre más allá. No sean conformistas. El avance sólo es posible cuando se da un paso más allá.

Permanezcan alertas, pero no se detengan; sigan aprendiendo. Observen siempre y hagan propuestas que posibiliten mejorar la realidad con la que no estén de acuerdo. No se encierren en la crítica vana, porque es un gasto inútil de energía y vitalidad. Protesten, pero háganlo siempre con argumentos sólidos, con ideas claras y discursos coherentes. No perpetúen la mediocridad. Profundicen en cada estudio sin esperar una calificación o valor numérico sobre una hoja de cuaderno que será desechada.

Finalmente, honren los compromisos que asuman. Den su palabra y cúmplanla. Lo más valioso de una persona, es su integridad moral. Respeten a sus compañeros y a sus profesores, todos luchamos por la misma causa: Venezuela.


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