El gobierno ha destruido mi proyecto de vida: la universidad y la literatura.
Siempre pensé que sería un privilegio
dedicarme a leer, pensar, escribir y compartir con los muchachos mis
ideas, mis inquietudes y hasta los miedos más recónditos que,
seguramente, serían muy parecidos a los suyos. O a los propios de cuando
estuve sentado donde ellos ahora.
También supuse, con cierta ilusión, que
si algún día me publicaba una editorial de prestigio podía, finalmente,
sentirme realizado.
Y las dos cosas llegaron sin empujones
oscuros, puedo decir como buen pendejo (recordemos a Úslar Pietri) que
me los gané sin voto asistido, sin electores zombis, sin “asignaciones
especiales” y sin extorsiones. Pero de repente todo cambió: se convirtió
en política de estado la criminalización de aquellos que pensaran
distinto, sean ciudadanos o instituciones, y se les aplicó (y aplica) un
proceso malvado de estrangulamiento para doblegarlos. Los docentes
universitarios emprendieron así una rápida caída a la marginalización
social y económica más inaudita que se pueda pensar: “humillaos y
someteos”, es el mensaje oficial.
Las editoriales privadas corrieron una
suerte no muy distinta. Estas empresas venían construyendo un importante
catálogo de autores venezolanos, incluso, desconocidos. Tal era el
impulso que traían en ese afán, que empezamos a hablar de un boom de
nuestras letras. Sin embargo, una vez más las políticas autoritarias
del estado fueron haciendo imposible la rentabilidad de estas
iniciativas independientes. No convenía a la “cultura gobiernera” una
legión de libros “contrarrevolucionarios” y ofensivamente libres.
La razón es la misma en el fondo: la
cólera del régimen de no lograr meter por el aro a ambas, universidad y
editoriales, de imponer una visión de país que quienes nos atrevemos a
pensar no aceptamos ni promovemos.
La educación y la literatura son
posibles, únicamente, donde existe la libertad absoluta. Esto deberían
recordarlo unos cuantos personeros del gobierno que, no hace tanto,
fueron académicos en muchas de nuestras universidades, y hasta autores
destacados de los más variados estilos y pensamientos. Y nadie les pidió
ponerse de rodillas. Ahora el poder los ha corrompido, como dice el
viejo Lord Acton.
Norberto José Olivar
Caracas (?), 7 de junio de 2013
Artículo tomado del portal de ProDavinci el 13 de junio de 2013
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